¿Por qué consultar a un profesional?
Cuando hablamos de Depresión o Melancolía nos vemos obligados a realizar un estudio de otro fenómeno normal que denominamos “duelo”, por las múltiples analogías que este cuadro presenta con respecto al cuadro general de la melancolía.
El “duelo” es un proceso normal y pasajero que no necesita ser tratado, mientras que la depresión es una patología grave si no recibe el tratamiento adecuado.
Ambos son la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, el ideal, etc. Pero en la depresión la persona, muchas veces, no sabe lo que ha perdido. Está más relacionada con una pérdida de objeto inconsciente, mientras que en el duelo, nada de lo que respecta a la pérdida es inconsciente.
El duelo no se considera patológico pero sí un estado transitorio que provocará en el sujeto que lo padece considerables desviaciones de su conducta normal. Al cabo de un tiempo desaparecerá por sí solo. Pero si después de unas semanas los síntomas (tristeza, apatía, falta de apetito, insomnio…) no remiten podemos encontrarnos ante una depresión, un problema diferente y más grave.
¿Qué es la melancolía o depresión?
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Estado de ánimo profundamente doloroso
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Cesación del interés por el mundo exterior
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Pérdida de la capacidad de amar
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Inhibición de todas las funciones
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Disminución del amor propio
El paciente se realiza a sí mismo reproches y acusaciones y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo. Puede tener consecuencias muy graves ya que describe su yo como indigno de toda estima, incapaz de rendimiento valioso alguno y moralmente condenable. Se dirige reproches, se insulta y espera repulsas y castigos. Se humilla ante los demás y compadece a los suyos por estar ligados a un ser tan despreciable.
Este delirio de empequeñecimiento se completa con insomnios, rechazo a alimentarse y un sojuzgamiento del instinto a mantenerse en vida.
Si usted, su familiar o su amigo se encuetra deprimido, contacte con nosotros. El tratamiento psicoanalítico le ahorrará mucho sufrimiento.
Cuadro: Grito III, de Oswaldo Guayasamín.
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