¿Padece ideas, pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes que no le abandonan?
¿Se siente culpable por cualquier cosa?
¿Teme por la muerte de algún ser querido?
¿Realiza rituales de limpieza, aseo, o repite una y otra vez las cosas para asegurarse de que las hizo?
¿Qué es el Trastorno Obsesivo Compulsivo?
Los enfermos de neurosis obsesiva o Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) muestran, generalmente, las siguientes manifestaciones:
– Experimentan impulsos extraños a su personalidad
– Se ven obligados a realizar actos cuya ejecución no les proporciona placer ninguno, pero a los cuales no puede sustraerse
– Su pensamiento se halla invariablemente fijo a ideas ajenas a su interés normal
Tales ideas (representaciones obsesivas) pueden carecer por sí mismas de todo sentido o ser tan solo indiferentes para el individuo al que se imponen; pero lo más frecuente es que sean totalmente absurdas. De todos modos, y cualquiera que sea el carácter que presenten, constituyen siempre el punto de partida de una intensa actividad intelectual que agota al enfermo, el cual se ve constreñido, contra todo el torrente de su voluntad, a cavilar incesantemente en derredor de tales ideas, como si se tratase de sus asuntos personales más importantes. Los impulsos que el enfermo experimenta pueden presentar también, en ocasiones, un carácter infantil y desatinado, pero la mayor parte de las veces poseen un contenido temeroso, sintiéndose el enfermo incitado a cometer graves crímenes, de los que huye horrorizado, defendiéndose contra la tentación por medio de toda clase de prohibiciones, renunciamientos y limitaciones de su libertad.
Conviene hacer constar que tales crímenes y malas acciones no llegan jamás a ser siquiera iniciados, pues la fuga y la prudencia acaban siempre por imponerse. Los actos que el enfermo lleva realmente a cabo, esto es los actos obsesivos, son siempre inocentes e insignificantes, consistiendo de ordinario, en repeticiones y ornamentaciones ceremoniosas de los actos más corrientes de la vida cotidiana. Resulta de este modo que los actos más necesarios, tales como los de acostarse, lavarse, vestirse o salir de paseo, se convierten en problemas complicadísimos, apenas solubles.
Las representaciones, impulsos y actos patológicos no aparecen mezclados en idéntica proporción en cada forma y caso de neurosis obsesiva, pues casi siempre es uno sólo de estos factores el que domina en el cuadro sintomático y caracteriza a la enfermedad; pero todas las formas y todos los casos tienen innegables rasgos comunes.
Trátase ciertamente de una singular dolencia. La fantasía más extravagante de un psiquiatra no hubiera conseguido nunca imaginar nada semejante, y si no tuviéramos ocasión de ver continuamente casos de este género, no creeríamos en su existencia.
TRATAMIENTO DEL TOC
No se puede, sin embargo, contribuir al alivio del enfermo aconsejándole que se distraiga, deseche sus ideas absurdas y piense, en su lugar, en algo razonable. El enfermo mismo quisiera hacer aquello que le aconsejáis, pues presenta una perfecta lucidez, comparte vuestra opinión sobre sus síntomas obsesivos e incluso la formula espontáneamente antes que vosotros; pero nada le es posible hacer para mejorar su estado. Aquellos actos que la neurosis obsesiva impone al paciente se hallan sostenidos por una energía para la cual no encontramos comparación ninguna en la vida normal. El enfermo no puede hacer otra cosa que desplazar o sustituir su obsesión, reemplazando una ida absurda por otra que quizá lo es menos, cambiando de precauciones y prohibiciones o variando de ceremonial. Puede desplazarse la coerción pero no suprimirla.
Esta capacidad de desplazamiento de los síntomas, desde su forma primitiva a otra muy alejada y diferente, constituye uno de los principales caracteres de la neurosis obsesiva, dolencia en la cual descubrimos, además, la singularísima circunstancia de que las oposiciones (polaridades) que llenan la vida psíquica se muestran particularmente acentuadas. Junto a la obsesión de contenido negativo o positivo, vemos aparecer, en el terreno intelectual, un estado de duda que, extendiéndose sobre las cosas generalmente más ciertas y seguras, provoca en el sujeto una perpetua indecisión, despojándole de toda su energía y haciéndole imponerse inhibiciones cada vez más rigurosas. Este cuadro sintomático resulta tanto más singular cuanto que los neuróticos obsesivos suelen haber sido antes, por lo general, personas de carácter enérgico, a veces de una gran tenacidad, y siempre de un nivel intelectual superior al vulgar. En la mayoría de los casos presentan, además, una alta disciplina moral, llevada hasta el escrúpulo, y una extrema corrección.
El psicoanálisis realiza una difícil labor para orientarse en este contradictorio conjunto de rasgos de carácter y síntomas patológicos. Por tanto, no aspiramos, en un principio, sino a un modestísimo resultado, esto es, al de conseguir comprender e interpretar algunos de los síntomas de esta enfermedad.
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