Él prefiere creer que hay algo en mí, en mi vida, en el desarrollo de mis emociones, que por haber elaborado consecuentemente, ahora puedo hacerle elaborar a él con lo cual, como todo burgués está negando mi trabajo.
Como ustedes saben, la burguesía se caracteriza por ocultar el trabajo ¿por qué? Porque si denuncia el trabajo tiene que denunciar la explotación y la alienación que produce el trabajo en la sociedad burguesa. Por eso que todo es un problema de mercado y de precio donde el producto sólo se nos aparece como producto de un trabajo cuando se nos rompe. Yo estoy martillando un clavo para colgar un cuadro en mi casa y se rompe el mango del martillo, recién entonces me acuerdo del productor “¿Quién habrá sido el inútil que hizo eso?”. Pero si el martillo no se rompe, yo creo que el martillo vale 70 euros, no que costó un trabajo humano su realización. Entonces, como nosotros somos todos intelectuales burgueses, ¿qué otra cosa podríamos ser? Cuando nos psicoanalizamos hacemos como todo patrón. Cuando yo pago mi psicoanálisis trato a mi empleado como los patrones tratan a sus empleados. Le reconozco: “¡Qué talentoso es usted! Doctor! ¡qué genio que es!, pero no me doy cuenta que trabaja. ¿Cómo es posible que usted me cobre si estoy enamorada de usted?
Esto es un problema ideológico que tiene que ser trabajado con instrumentos ideológicos. Lo que ocurre, no es que yo quiera complicar la vida de ustedes, lo que ocurre, es que el instrumento para trabajar los modelos ideológicos que se conocen hasta ahora, es el psicoanálisis, en tanto los modelos ideológicos son inconscientes.
Miguel Oscar Menassa. “Freud y Lacan Hablados 4. Clases sobre la histeria y el proyecto.” P.71.