Las palabras, cómo sería tener las palabras.
Pero las palabras no se pueden tener
se pueden elegir y conjugar
o dejar que nos conjuguen.
¿Y si las palabras tienen su vida propia?
Y ¿si son las palabras las que se hablan entre sí?
Crece más lo que no se controla
también el discurso.
Animarse a decir
aunque aparentemente
no sepa.
Las palabras saben combinarse
como los colores.
Hablan por ellos mismos.
Si me dejo atrapar por las palabras
como por los colores
se rigen unas a otras
y la ruptura o la imposibilidad
es la locura.
Cuando una palabra se controla
cuando es la neurosis del individuo,
ni siquiera sujeto psíquico,
bestia, ni siquiera hombre,
número de las estadísticas,
ni siquiera ciudadano,
cuando la neurosis del individuo
rige la palabra
la anquilosis de su soledad
visita su vida.
Es su vida la que se ve comprometida
no entiende que es de su propia vida
de lo que habla,
de su propia enfermedad.
La neurosis o enfermedad psíquica,
pues es de lo psíquico de lo que estamos
hablando,
de lo que no se ve en el hombre
de lo invisible que le hace hombre
del inconsciente
estructurado como un lenguaje.
Lo que sabemos sin saber que sabemos.
Psicoanalizarse
es producir un sujeto hablante
un sujeto que procesa los estímulos
no sólo por vía física,
sino también por vía psíquica,
que pasa los problemas por la palabra
para poder pensarlos, para poder resolver.
La enfermedad
es una burda manera de sentir el cuerpo.
Fue la mejor solución posible
en un momento en que el sujeto psíquico
no era suficientemente fuerte para
responder de otra manera.
Pero ha llegado el momento.
El humano es el que habla
en un estudio riguroso
y estricto,
en análisis con un psicoanalista,
en un contexto teórico
y práctico.
Con las cuidadas condiciones
del saber y la escucha profesionales.
La interpretación
es el deseo inconsciente
y sobre esos pasos ya dados,
pues hubo un trabajo de construcción,
se producirá la historia de deseos
del paciente.
Virginia Valdominos
Psicoanalista de Grupo Cero