[vc_row][vc_column][vc_column_text]En ocasiones, cuando una mujer o un hombre tienen que ocupar la función madre y padre, se olvidan de ejercer la función hombre y mujer, es decir, la función pareja.
En ocasiones, cuando la maternidad y la paternidad llaman a la puerta de las personas, estas se olvidan de que también son pareja de su pareja, y dejan de trabajar para esa función.
En algunos hombres es común que cuando su mujer se convierte en madre, dejen de desearla porque la ponen en la posición madre, la idealizan, como si se tratase de su propia madre y dejan de mantener relacione sexuales con ella. Separan la vía amorosa de la sexual. Sin embargo, pueden desear a otras mujeres a las que no aman. La terapia ayuda al hombre a separar funciones y compatibilizar el deseo sexual con la responsabilidad y el respeto parental.
En algunas mujeres cuando se convierten en madre, sucede como si hubiesen alcanzado algo muy deseado o preciado de lo que antes estaban desprovistas y abandonan a su pareja (se separan, se divorcian, pasan a dormir a otra cama con el bebé) como si el bebé hubiese ocupado el lugar de todos sus deseos. En toda mujer, después de dar a luz, hay una gran cantidad de energía puesta en el cuidado del nuevo ser y va a llevar unos meses empezar a poner energía en otros lugares u objetos. La terapia ayuda a la mamá a realizar esa transición favoreciendo una paulatina reincorporación a la vida profesional y personal.
La sexualidad es puro goce, no sirve más que para gozar. La procreación, sin embargo, utiliza la genitalidad para la perpetuación de la especie. Sin embargo, el ser humano está en celo 365 días al año y 24 horas al día. Por lo que la sexualidad va más allá de la genitalidad.
La Terapia de Pareja permite a los padres que les cuesta conciliar su vida como padres y su vida como pareja, enriquecer su sexualidad, sumar el goce que les proporciona una vida sexual satisfactoria y la función que han de ocupar como padres y educadores.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]