Quererse a sí mismo es necesario para poder vivir, para emprender relaciones satisfactorias y para tener éxito en el trabajo. Pero a veces este mecanismo de autoestimación personal fracasa, sin que la persona sepa muy bien porqué, cree que no es lo suficientemente buena en comparación con sus criterios comparativos personales.
El psiquismo humano es un complejo sistema formado por diferentes instancias, un Ello (impulsos inconscientes), un Yo (regulador de las relaciones con la realidad) y un Superyo (la moral, las figuras paternas internalizadas). En la baja autoestima hay una parte que infravalora a otra parte del sistema e incluso llega a castigarla como si hubiese hecho algo malo o como si siempre estuviera dispuesto a hacerlo. Y otra parte que se compara con instancias superiores y siempre sale perdiendo.
La conciencia es un órgano perceptivo que recibe información de estímulos tanto del exterior del aparato psíquico como del interior (sentimientos y pensamientos inconscientes que se quedan en el camino a la conciencia o que han sido reprimidos por considerarse poco dignos de valor). La autocrítica y la conciencia moral, funciones anímicas a las que se concede un elevado valor, ejercen ese papel de instancias críticas y se erigen en jueces de nuestros comportamientos y valía.
Uno de los efectos producido por ese juego de fuerzas es la baja autoestimación. Es una posición en el lenguaje que se caracteriza por frases negativas sobre sí mismo, debilidad, miedo, indefensión, timidez, no se siente capacitado para enfrentarse a las tareas habituales del mundo en el que vive, de su realidad material, lo que a su vez le lleva a sentirse mal, inútil, inferior a los demás y esto alimenta el castigo que se da a sí mismo.
La mente humana está constituida por varias instancias y lo que puede ser doloroso para una de ellas es satisfactorio para otras. Estas instancias se relacionan entre sí (relaciones intersistémicas) y también se relacionan entre su parte consciente e inconsciente (relaciones intrasistémicas). Esto hace que sea un aparato complejo y no del todo comprensible para la persona, por eso que el sujeto psíquico no es racional, sino que sabe que en él hay un saber que desconoce. El saber inconsciente es un saber no sabido que habita en nosotros. Que sea inconsciente supone que no podemos saber de él sino por sus efectos.
Una baja autoestima es un producto efecto de un trabajo psíquico, de una comparación con figuras superiores parentales (papá y mamá) que siempre fueron más grande que uno y que encabezaron las normativas y las leyes que hubo de asumir el joven infante en su carrera a la socialización como humano en la adquisición del lenguaje. Cuando el yo se compara con el superyó o ideal del yo, o entra en conflicto con él, siempre va a salir perdiendo pues se compara con esas figuras parentales internalizadas que ya nada tienen que ver con el padre o la madre reales sino que son simbólicas e ideales.
Los impulsos inconscientes que han sido reprimidos nunca dejan de querer expresarse. En este intento son percibidos por las instancias morales que lo juzgan todoy lo castigan, tanto si el sujeto ha llevado a efecto sus deseos reprimidos como sino, basta con sólo haberlos fantaseado. El castigo proporcionado por el juez interior produce dolor y sufrimiento lo que una tendencia masoquista en el paciente por castigar un comportamiento reprobable haya sido realizado o solamente fantaseado.Para el psiquismo es lo mismo, ya que algo que no se ha realizado en la realidad material puede aparecer como realizado en la realidad psíquica y es ese precisamente, el padecimiento del paciente con baja autoestima.
El tratamiento especializado de la autoestima trabaja para que el paciente recupere la capacidad de quererse a sí mismo, su percepción sea más realista y pueda amar también a otros objetos y personas lo que también contribuirá a quererse a sí mismo por la conciencia de haber superado una dificultad.