Estamos confinados en casa, con la pareja, los niños, toda la familia, algunos solos, pero en casa. Y a nadie le importa la salud mental de las parejas y familias, porque todos los Estados está ocupados de luchar contra el coronavirus y porque en general se rechaza el psicoanálisis, que es quien se ocupa de cuidar la salud mental de la población. Así que, ¿a nadie le importa cómo se llevan las parejas ni las familias que ahora están encerradas en casa? Bueno, a nosotros nos importa.
Estos son algunos motivos por los que consultar con un psicoanalista durante el estado de alerta por la crisis del coronavirus:
Angustia, miedo, ansiedad, que cuando son puntuales pueden ser pequeñas cosas, cuando se prolongan, pueden provocar enfermedades y graves. Además, hay que aprender algunas cosas, para que ese encierro voluntario no nos pase factura a nuestra salud psicológica y social, porque los expertos dicen que después de este periodo, van a aumentar los divorcios y los suicidios.
El miedo, necesita de un objeto exterior, fuera del sujeto, fuera de la persona que siente miedo real o fantástico, o realmente existente o hecho real por la fantasía o por la alucinación, esa situación es la que provoca miedo.
La angustia y la ansiedad no tienen objeto, no se sabe de qué se tiene ansiedad o angustia. La diferencia es que la angustia se da en el cuerpo: opresión precordial, alteración del ritmo respiratorio o del ritmo circulatorio, sensación de ahogo, mareo. La ansiedad no tiene trastornos corporales. Es más insoportable a veces que la angustia, la ansiedad es algo puramente psíquico.
En esta situación que estamos viviendo, hay un objeto real exterior, que es el coronavirus, que produce una amenaza, pero hay que relativizar, no hay que tener miedo. La situación es difícil y todavía hay que pasar lo peor, pero hay que tomar las medidas que nos han planteado. Aislamiento, no salir de casa. Pero también algunas medidas de higiene y purificación mental, porque si no, el miedo, se complica con la ansiedad y la angustia, que ya no tienen tanto que ver con el miedo sino con procesos internos y que producen un caldo de cultivo para hacer alguna locura, como salir a la calle a pasear, a discutir con la policía o el ejército, a vocear al vecino desde el balcón, a discutir con la mujer o el marido, etc. Y también para enfermarse.
Es decir, que ahora a la situación real de aislamiento y la amenaza del virus, se suma, la neurosis de cada cual. Y eso es peor que el virus, porque el virus, te contagias y vas al hospital, pero ¿qué haces con los nervios? Psicoanalizarse.
Con el cierre de todos los comercios, y la situación tan difícil que se plantea, van a aparecer muchas melancolías. Porque la melancolía se produce con la pérdida de un objeto amado, de un ideal, de una ilusión. Cuidado, porque la melancolía o depresión, es la cara de una moneda y la otra es la depresión del sistema inmunológico.
Luego están las obsesiones y las fobias. Pobre del que tenga claustrofobia ahora. Bueno a todos, sabed que existe el psicoanálisis y que podemos conversar.
Ya la gente que está sola decirle que se conecte, que no se quede en soledad. Porque estar acompañado limita el afán de destrucción. Gracias a la tecnología puedes estar acompañado y conversar con un profesional.
El miedo a la muerte, el miedo a enfermar … Ahora los miedos que habitualmente uno tenía se intensifican. Los vicios que uno tenía se intensifican. Las obsesiones que uno tenía, se intensifican. Y antes pasabas con tus hijos, con tu mujer, con tu marido, 15 minutos a la mañana, al desayuno, media hora a la noche. Y ahora tienes que pasar todo el día juntos encerrados en casa. Todo se intensifica porque ahora uno se encierra y se da cuenta de cual es su vida y en ocasiones, eso puede agobiar.
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