La impotencia psíquica es el motivo de consulta más frecuente al psicoanalista después de las múltiples formas de la angustia.
La impotencia psíquica se manifiesta en que los órganos genitales rehúsan a colaborar en el acto sexual, a pesar de que antes y después del mismo se encuentran intactos y que en el sujeto hay una inclinación psíquica a realizar el acto sexual.
El paciente se da cuenta de que la naturaleza del problema es psíquica porque el fallo se produce unas veces sí y otras no, con una persona sí y con otras no. El paciente relata la disminución de su potencia viril en relación a las características del objeto sexual y, en ocasiones, indica que ha advertido en su interior una especie de obstáculo al acto, una especie de voluntad contraria que se oponía a su intención consciente de realizar el acto sexual. Pero desconoce en qué consiste ese obstáculo o cuál es la cualidad del objeto sexual que lo provoca.
Ante ese desconocimiento, el paciente atribuye el primer fallo a una impresión casual y la repetición del mismo a un recuerdo de ese primer fallo que se constituye como representación angustiosa.
Para el psicoanálisis esa acción inhibitoria es producto de ciertos complejos psíquicos inconscientes que se constituyen como material patógeno y el contenido más frecuente es la fijación incestuosa no dominada a la madre o la hermana. En el tratamiento también habrá que prestar atención a impresiones penosas accidentales asociadas a la sexualidad infantil del sujeto.
El 90% de los casos de impotencia son psíquicos y el tratamiento eficaz para ellos es el Psicoanálisis.
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