Bienvenidos a este espacio de psicoanálisis y salud mental. En este artículo y vídeo os quiero hablar, en respuesta a la pregunta de un seguidor, que me pareció una cuestión interesante para conversar sobre ella. Yo puse un comentario que era “lo inconsciente es rencoroso” y uno de ustedes uno de los de los amigos de Facebook me pidió que hablas más acerca de este tema. Pues bien, lo inconsciente es rencoroso quiere decir que no olvida, que guarda rencor, que los sentimientos más horribles entre comillas del ser humano, el odio, la hostilidad, el asco hacia los demás y la envidia, los celos, todos esos sentimientos son inconscientes, no porque uno no los sienta, los padece, los sufre, pero son inconscientes porque uno no los puede controlar, no los puede gestionar a no ser, que disponga de las herramientas adecuadas para trabajar su personalidad, para trabajar su propia mente, su propio psiquismo. Y entonces pueda transformarlo.
Lo inconsciente es rencoroso es una frase, una sentencia que ustedes pueden encontrar en un texto de Sigmund Freud que se titula “Psicopatología de la vida cotidiana”, donde el doctor Sigmund Freud aporta una gran cantidad de ejemplos acerca de estas cuestiones psicopatológicas que nos suceden a todo el mundo sin excepción en nuestro día a día, en nuestra vida cotidiana, como son los olvidos, los lapsus, las equivocaciones, los actos fallidos, los errores en la escritura, los errores en la lectura, etcétera. Y donde nos viene a demostrar que no son cuestiones casuales, que son cuestiones producidas por el inconsciente. Que cuando uno se olvida del nombre de una persona es por algo y, en muchas ocasiones, cuando por ejemplo deformamos el nombre de una persona y le llamamos por otro nombre al que corresponde, o decimos mal su nombre, o nos olvidamos su nombre, es porque en la mayoría de los casos, se alberga un sentimiento hostil hacia esa persona o hacia algo que está relacionado con esa persona, o hacia otra persona que se llama de la misma manera que esa persona cuyo nombre tratamos de recordar. Es decir que, si analizamos a esa persona que ha cometido el acto fallido, el olvido, la equivocación, sea de lo que se trate, vamos a encontrar ese tipo de justificaciones inconscientes que explican el motivo del olvido, del acto fallido, de la equivocación, etcétera.
En el inconsciente están los sentimientos y los deseos infantiles, los más difíciles de controlar por uno, los más difíciles de gestionar porque son más primitivos y más infantiles en nosotros, como decimos. Son el odio, la hostilidad, la envidia, el rencor, que son sentimientos que todo el mundo padece, porque ahora uno puede decir no, yo no soy envidioso. Yo no soy celoso. Yo no guardo rencor a nadie. Bueno, si lo niega, ya es para psicoanalizarse. Ya es motivo de psicoanálisis. Ya es motivo de sospecha que uno lo niegue, porque son sentimientos que son muy tempranos, aparecen muy primitivamente en la vida psíquica del sujeto y después han de reprimirse. Por supuesto, porque uno no puede salir al mundo odiando, o por lo menos manifestando su odio y su hostilidad, o su asco hacia las otras personas. No puedes en el trabajo manifestar el odio hacia el jefe, o la hostilidad hacia el jefe, te tienes que callar. Y nuestra recomendación es psicoanalizarse, porque siempre es mejor hablar, pero en el lugar adecuado. Porque también el odio, el rencor reprimido es un no poder poner palabras a ese odio, a ese rencor. No poder decir la frase que a uno le hubiera gustado decir ahí al jefe, o al compañero, o al esposo, o al hijo, o a la hija. Esa frase que uno le hubiera gustado decir y que no pudo decir porque su propia moral, su propia conciencia, su propio yo, su propia censura, se lo impide. Bueno, pues es mejor ponerlo en palabras, porque ese rencor, ese odio, o esa hostilidad van a buscar expresión de alguna otra manera. Si no es a través de la vía humana de expresión que es la palabra, van a encontrar su expresión probablemente a través del síntoma que, en definitiva, es la manera que encuentra ese rencor, esa hostilidad, ese odio, esa agresividad para expresarse. Es decir, que en el ser humano no es todo amor, bondad, deseo sexual. Eso es una parte del humano, pero también existen, como decimos, el rencor, la agresividad, la hostilidad y, en muchas ocasiones, el amor y el odio están dirigidas hacia la misma persona. Y el amor y el rencor están dirigidos hacia la misma persona. El deseo y el rencor. Si no, fíjense ustedes en esas parejas que unas veces te amo mucho y al día siguiente te quiero matar o te odio mucho. Es porque son las dos caras de una misma moneda. Es una vinculación afectiva que, a veces, torna hacia el amor y a veces torna hacia el odio, hacia la hostilidad. Pero es la misma vinculación afectiva.
Entonces, son cuestiones para reflexionar sobre ellas para poder conversar sobre ellas, tener un espacio, además de este donde podemos reflexionar entre todos, pensar entre todos, que es como se piensa. Bueno pero que también cada uno tenga su espacio para poder hablar en privado de cómo le suceden estas cosas a él o a ella. Estas cosas que son puramente humanas que todo el mundo tiene el derecho a tener un espacio, un tiempo, un lugar para poder hablar de ellas.
La consulta del psicoanálisis de Virginia Valdominos se propone como ese lugar donde uno puede hablar libremente, asociar libremente, hasta donde su inconsciente o hasta donde su moral se lo permita, porque sabemos que no es tan libre el sujeto como cree. Hasta que no empieza a conocerse, hasta que no se tumba en el diván y empieza a hablar y hasta qué límite se deja hablar, hasta dónde se deja hablar. Porque al hablar uno va conociendo esos sentimientos en uno. Va descubriendo cosas de sí mismo que a veces le disgustan, a veces no le gustan, a veces se aleja bastante de lo que el sujeto piensa de sí mismo, pero es mejor conocerlo. Es mejor ponerlo en palabras porque cuando no se ponen palabras se actúa en la realidad, se hacen verdad. Cuando se ponen en palabras, esa es una manera de elaborarlo, poder hablar sobre ello. Entonces, lo inconsciente es rencoroso, lo inconsciente es vengativo, lo inconsciente es envidioso, lo inconsciente es celoso, lo inconsciente es hostil. También lo inconsciente desea cosas que no corresponden, desea cosas inconvenientes, desea cosas que no es el momento para ellas, o con la persona que no es la adecuada para eso. Desea relaciones incestuosas. Todo eso también sucede en lo inconsciente, en todo el mundo. No es que usted sea un depravado. No es que lo inconsciente sea depravado, es lo inconscientes. Por eso es inconsciente porque se reprimió porque en el sujeto también está la moral, en el aparato psíquico también está la censura psíquica. Menos mal, porque es necesaria para la vida, es necesaria para la convivencia con los demás, es necesaria para no estar solo o para poder vivir en sociedad.
El aparato psíquico es complejo. No solo es lo inconsciente, está toda la complejidad del aparato. En lo inconsciente están las pulsiones, lo más corporal, pero lo corporal tocado por la palabra, que cuando no se dice la frase a ustedes no sé si les habrá pasado alguna vez, pero es muy habitual en algunas posiciones psíquicas o estructuras psíquicas. No dije o no le dije en ese momento la frase que le quería decir y después me fui a casa y me empezó a doler muchísimo el estómago, o me empezó a doler muchísimo la cabeza o, vomité, o me puse… Todo por una frase que uno no pudo decir. Es decir, que la frase, a veces, cuando no encuentra la vía de expresión más civilizada, más humana, que es la palabra, encuentra la vía de expresión en el cuerpo, en muchas ocasiones. Y muchos síntomas corporales somáticos en realidad son producto efecto de lo psíquico. Son producto efecto de esa hostilidad reprimida, o de ese deseo sexual reprimido también. Que a veces son deseos sexuales no siempre son hostiles los que se reprimen y hacen síntomas.
La moral está también en el aparato psíquico. Hasta cierto punto también hay que saber cómo gestionar la actuación de la moral en nuestra vida porque mueren más personas a causa de la moral que por accidente de tráfico. Entonces, también hay que cuidarse de la moral. Psicoanalizarse también permite cuidarse de tu propia moral que la moral es muy tiránica y un exceso de moral es malo para la salud.
En psicoanálisis se va a desarrollar una ética que es la ética del deseo. Del deseo que es un deseo trabajado, un deseo pasado por la palabra, un deseo humanizado, no una pulsión pura y dura, no esos sentimientos infantiles, no la culpa. Porque la hostilidad, el rencor, la venganza están. Los deseos sexuales inapropiados están. Pero como también está la moral aparece el sentimiento de culpa y el sentimiento de culpa es algo que te lleva siempre por el camino del castigo, por el camino del menosprecio personal, por el camino de encontrarte cosas que te sirvan para calmar esa culpa, cosas en la realidad que te sirvan de castigo para calmar la culpa. Y como ven todo esto sucede en el mismo sujeto, en la misma persona, vamos a llamarlo persona. Aunque, realmente, científicamente hablando, psicoanalíticamente hablando, debemos hablar de sujetos psíquicos. Pues en el mismo sujeto psíquico acontece toda esta lucha, este conflicto. Y el resultado, a veces, son los problemas psicológicos.
Ese tipo de problemas son los que abordamos y tratamos en nuestra consulta de psicoanálisis. Una consulta de psicoanálisis internacional ubicada en Madrid, España y que, a través de las nuevas tecnologías, permite atender la salud mental de la población a nivel mundial desde hace más de 20 años, trabajando como parte de la institución Escuela de Poesía y Psicoanálisis Grupo Cero a través del Departamento de Clínica Psicoanalítica del Grupo Cero. Psicoanalista del grupo Cero en formación permanente, en psicoanálisis personal permanente para poder escucharle de una manera profesional, objetiva, sin mezclar las cuestiones personales en la escucha, para que el psicoanalizando, el paciente en psicoanálisis, pueda analizarse con las mayores garantías de profesionalidad y de eficacia en el tratamiento.
Un seguidor dice en su comentario “me encantas mujer”. Quiero decirle que cuando trabajo no soy exactamente una mujer, ocupó una función psicoanalítica desde la cual escucharlos. Más que una mujer podría definirme como un soldado del psicoanálisis o como una función del psicoanálisis para que ustedes se puedan acercar a ustedes mismos, para que puedas acercarte a tu autoconocimiento y autotransformación.
Pueden enviar si lo desean sus preguntas o los temas de los que quieren que vayamos hablando. Iremos haciendo estas transmisiones breves donde hablaremos y daremos respuesta a todas sus inquietudes y a las cuestiones que ustedes tengan y que les están impidiendo acercarse al psicoanálisis, o tomar esa decisión que en el fondo están deseando tomar y que todavía no se atreven que es tumbarse en el diván y poder hablar. Poder hablar que es de lo que se trata y que alguien los escuche para que ustedes puedan hablar porque si no hay una escucha eso no se llama hablar se llama otra cosa.
Virginia hay un goce en el síntoma, dice un seguidor, pero también se puede aprender a gozar haciendo ejercicio u otras actividades sublimatorias, o se hablaría de placer porque no sé si el goce es siempre negativo. No, el goce no es siempre negativo. Efectivamente hay un goce en el síntoma. El sujeto psíquico es un gozador. Somos un cuerpo pulsional, un cuerpo del goce, somos pulsionales, somos sujetos de la pulsión. Entonces siempre tenemos que gozar. ¿Y cómo gozamos? O la pulsión oral, la pulsión anal, la pulsión escópica, la pulsión invocante, la pulsión genital, siempre van a estar ahí. Entonces en el síntoma hay un goce, pero es un goce patológico, es un goce no trabajado, o mejor dicho también hay un trabajo, pero de negación, de represión, de forclusión de parte de la realidad real o de la realidad psíquica lo que lleva a un goce, pero con la mamá, con aquella mamá que te cogía en brazos y te daba todo. Y no necesitabas hacer nada. Con la mamá todopoderosa. Pero ese es un goce patológico que te lleva a enfermar. ¿Por qué? Porque te saca de la realidad, te saca del mundo y te mete en acciones para obtener un goce rápido, sin trabajo en la realidad, o desviado, o mediante la fantasía, o mediante la comida, entonces comes, comes y engordas y ya estamos en una enfermedad que se llama obesidad. O fumas, fumas, y tabaquismo o alcoholismo. Las adicciones u otro tipo de enfermedades donde se obtiene un goce rápido a través del síntoma, pero para no afrontar la realidad, en ese sentido sin trabajo, aunque en verdad, producir y mantener un síntoma requiere un gran trabajo y energía. Pero sin incluir al otro, un goce autoerótico. Hay un goce en el síntoma efectivamente. Y esto es muy importante porque siempre se piensa a la persona enferma o que padece un síntoma como un sujeto doliente, un sujeto sufriente y, es verdad, pero también es un sujeto gozante. También está gozando desde esa enfermedad o síntomas. Eso es lo que no sabe conscientemente, pero inconscientemente no puede separarse del síntoma, no puede deshacerse de la enfermedad porque hay un goce.
Aparte de ese goce, existe un goce más humano, más civilizado, trabajado, pasado por la palabra. Ya hay un trabajo, ya he hablado de eso con alguien, con un psicoanalista. Con quien se puede hablar. Te va a escuchar. No te va a hablar de su vida. Te va a escuchar y va a trabajar sobre tu realidad psíquica. Entonces es un goce pasado por la palabra. Eso ayuda a sublimar, eso permite sublimar, es decir, poner la pulsión ya sea oral, ya sea, todas las pulsiones humanas, la pulsión de vida, la pulsión de muerte, ponerlas en la actividad, ponerlo en la realidad, incluir al otro en ese trabajo y, eso produce otros resultados, produce transformaciones primero de tu realidad psíquica y las transformaciones de tu realidad psíquica producen transformaciones materiales en tu vida, en tus relaciones, en tu manera de estar en el mundo, en tu posición en el mundo.
Entonces dos tipos de goces uno patológico y otro más civilizado que lleva a la sublimación, a la acción en la realidad, al trabajo incluyendo a los otros y produciendo resultados de los que otros podrán beneficiarse.
Primero está la pulsión y después está el deseo. El deseo ya es un trabajo del análisis. Producir tu propio deseo, el deseo es con trabajo y el goce es un goce. El síntoma es un goce patológico y el trabajo lleva a otro goce. Lo importante no renunciar a vuestro deseo. No renunciar a vuestros sueños. Si no lo podéis alcanzar pensad que el psicoanálisis puede ayudaros, que hay algo en vosotros. También porque quizá ese rencor puede estar dirigido hacia uno mismo, ya sea por culpa inconsciente. Ese no dejarse hacer, ese no dejarse avanzar en el camino hacia sus propios sueños, hacia su propio deseo. Conocer cuál es su deseo para poder trabajar en la realidad, para poder dejarse hacer por el deseo de uno.
¿Qué pasa con la envidia en el psicoanálisis? pregunta otra de nuestras seguidoras. La envidia es el sentimiento más primitivo o uno de los sentimientos más primitivos en el ser humano. Es uno de los sentimientos que nace más temprano en el ser humano. En realidad, la envidia solo necesita de dos personas para para que se produzca, mientras que los celos requieren de tres y, es más elaborado, ya hay padre. En la envidia solamente está la relación del niño con la madre. Sólo con eso ya nace la envidia, o en la relación del niño con su imagen en el espejo ya nace la envidia. Entonces es un sentimiento que está ahí que, en el caso de la posición femenina, digo no de la mujer, sino de la posición femenina, tanto en la mujer como en el hombre la envidia es la roca, como dicen los poetas, lo imposible de psicoanalizar. Quizás, pero está. Como les decía sospechen de esa persona que dice “yo no soy envidioso”, “yo no soy celoso” porque está muy reprimido. Pero el análisis te permite que, en vez de que la envidia sea lo que rija tu vida, que no puedas hacer nada porque te da envidia de nosotros, o que no puedas avanzar, no puedas hacer ningún proyecto con otro porque el otro se va a beneficiar y, entonces, te da envidia, pues el análisis te permite que esa envidia en vez de que rija tu vida, pues te dure 5 minutos y después puedas hacer otra cosa con ello. O que puedas pasar de envidiar a una persona a admirarla, por ejemplo. Digo, puedas poner una frase, puedas transformar esa envidia en una frase, por medio del psicoanálisis, hablando libremente, poniendo en palabras eso que te pasa, eso ya produce otros resultados en la realidad.
Preguntan si tener todos estos sentimientos y pensamientos, según la moral no deben existir. ¿Es normal tenerlos o son síntomas de una enfermedad neurótica? No, los síntomas ya son el resultado de tener estos sentimientos y no aceptarlos. Y no querer saber de ellos. El síntoma es un resultado de eso, de tener esos sentimientos y no querer saber de ellos. Entonces como consecuencia de ese conflicto, se produce el síntoma. Pero estos sentimientos están ahora. La diferencia es cómo uno toma esos sentimientos. Cómo se posiciona ante ellos. Puede pensar inconscientemente, porque el pensamiento es inconsciente, puede pensar soy lo peor del mundo. No aparece la culpa, aunque sea inconsciente. Insisto porque la culpa es inconsciente también. Pero la culpa te lleva a buscar castigo en la realidad. Nada te sale como quieres, pero es por un sentimiento de culpabilidad inconsciente. Porque cuando uno reprime, si no quiere saber de algo, y lo reprime, ese algo sigue estando, por mucho que uno no lo quiera saber. Sigue estando y al reprimirlo trabaja desde lo inconsciente, produce efectos desde lo inconsciente y como la persona no quiere saber nada de eso, no puede controlarlo, tampoco puede gestionarlo. Lo ve en los otros, en los demás, pero no lo ve en sí mismo. Entonces es muy difícil, muy difícil. Se le hacen muy difíciles las cosas a esa persona.
Psiconalizarse te permite hablar de ello, aunque no hagas nada. No tienes que hacer nada. Puedes decir que odias a tu esposa, a tu esposo, a tu… y no hacer nada. Solamente con decirlo ya tiene efectos, ya produce cosas, ya produce transformaciones, ya te lleva a otro lugar. Decir esa frase te lleva a otra frase. Y entonces ves que ese odio, esa envidia que tenías hacia una persona en realidad no era tanto hacia esa persona, sino que tiene que ver con otra cosa. Una frase que lleva a otra frase y te lleva a descubrir más de ti mismo. Entonces es esa complejidad del aparato psíquico donde están esos sentimientos. Pero también está la censura y la moral en esa interacción. En ese conflicto es que se producen los síntomas psicológicos, los problemas psicológicos. Los problemas psicológicos nacen de un conflicto en el aparato psíquico. De un conflicto en el sujeto. Muy sexual es el problema.
Si todo es libido, libido, libido, sin límites, sin puntuación, es un problema porque tiene que estar la sexualidad, la libido, pero también está la pulsión de muerte, la puntuación, los límites. Porque, si no hay límites, todo sexual, sexual, sexual te lleva a asfixiarte en un beso de amor. Hay que tener puntuación. Hay que tener límites y saber y estar en la realidad. Seguiremos con nuestras emisiones en directo. Pueden enviar sus preguntas sobre los temas de los que quieren conversar o consultar personalmente conmigo.
Virginia Valdominos
Psicóloga y Psicoanalista del Grupo Cero
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