Las causas de la depresión post parto han de ser estudiadas en cada caso mediante un psicoanálisis personal. Y para ello, invitamos a la recién mamá a hablar libremente.
Parece contradictorio que una mujer que acaba de tener un bebé, se muestre rechazante con su recién nacido, pero es porque cuando está deprimida toda su energía psíquica, está siendo secuestrado por la enfermedad.
Para que se produzca una depresión postparto tiene que haber una fuerte contradicción inconsciente en la mujer. Contradicción provocada por una pérdida de un ideal, de una persona o de una cosa y un proceso inconsciente de identificación con lo perdido. ¿Qué pierde una mujer con el parto?
La pérdida puede tener que ver con otra pérdida acontecida anteriormente. Por ejemplo, alguien puede haber perdido a un familiar, y no se deprime, pierde el trabajo, y no se deprime, pero después del parto, se deprime. Es como si el parto sirviese de acontecimiento que da sentido a las anteriores pérdidas.
De todas formas, en sí mismo, el parto supone una pérdida o separación del hijo que lleva en su interior, del que se separa en cierto modo (no del todo). Algo que tenía en su interior y le producía un estado particular y especial. Este hecho viene a remitir a la castración de la mujer. Que a su vez remite a la castración la madre, que es ese momento de la constitución psíquica donde los seres humanos desatribuimos un poder extraordinario que pensábamos que nuestra madre tenía y nos hacemos sabedores de nuestra mortalidad, puesto que provenimos de una especie que se reproduce por sexuación.
Psíquicamente hablando el niño es un equivalente simbólico del falo que la madre no tiene. En este sentido, la niña, en el desarrollo de su feminidad, pasa de la decepción fálica, deseo de falo, a deseo de hijo. Inconscientemente la mujer cae en la ilusión de que el niño le puede proporcionar eso que no tiene, eso que le falta, que va a venir a llenar un vacío. Pero cuando nace el niño (un ser prematuro del que ha de cuidar para que no muera, que no la completa) vuelve a producirse de nuevo la decepción fálica. Es un continuar o un comenzar, no se ha llegado a ningún lugar.
Y además esto acontece con cada nuevo hijo. Hay mujeres que no se deprimieron después de su primer parto, ni de su segundo parto, pero si en el tercero, por ejemplo. Porque cada embarazo es distinto, con cada hijo se tienen unas expectativas, unos miedos, unos deseos diferentes porque la mujer es diferente.
También podemos observar que en algunas mujeres deprimidas después del parto se produjo la pérdida de un ideal, en ocasiones la mujer tiene idealizada esa situación de la maternidad. Como si el ser madre le fuera a proporcionar las realizaciones de otros deseos. Ideal que ha ocupado el lugar de su ideal del Yo y cuando la realidad no coincide con lo idealizado se identifica con el ideal perdido para no perderlo y sufre un ataque por parte de su moral. En vez de reconocerse equivocada, o triste por las cosas no son como ella pensaba que iban a ser, se deprime, como una forma de elaborar esa situación.
Es importante resaltar que una madre se produce (no se nace sabiendo ser madre): La función madre es absolutamente necesaria para el bebé especialmente en los dos, tres primeros años, y es algo que se tiene que construir. El psicoanálisis ayuda a producir en ti esta función. Y además es cada vez, con cada hijo, no por ser madre anteriormente ya eres madre de ese nuevo hijo, tienes que producirte como madre de ese hijo, se trata de una nueva construcción (aceptar a ese nuevo hijo, hacerle un lugar, dejar que crezca, amarlo, etc).
En muchas mujeres observamos prejuicios acerca de la maternidad: “es lo que te hace más feliz en el mundo”, “cuando viene el niño nace el instinto de ser madre”, “yo puedo con todo”. Psicoanalizarse permite desmitificar la maternidad y vivirla de una manera más real. Convendría sustituir una manera de pensar la maternidad moralista y enfermiza por otra manera de pensar la maternidad más saludable.
Lo que caracteriza a la depresión postparto es una falta de amor propio: “cómo puedo ser tan mala madre por pensar que el bebé me molesta, que no le quiero, que ojalá no hubiera nacido, no merezco vivir”. Recomendaros no fiarse de los pensamientos ni de los sentimientos aparentes. En realidad, a medida que vas psicoanalizándote vas comprendiendo que eso no es la verdad sino que esos pensamientos ocultan otras cuestiones en las que tú no habías pensado.
Es sumamente importante aprender a sumar función madre + función mujer. Una mujer además de madre, puede ser mujer (trabajar, disfrutar, escribir, pintar, bailar, cantar, etc) porque eso es saludable para el niño. Los compromisos de la madre cumplen la función de interrumpir la relación entre el niño y la madre, lo que beneficia al crecimiento del niño, a su independencia, a su capacidad de aprendizaje, a la adquisición del lenguaje y otras funciones simbólicas necesarias para la preparación del niño a ser un sujeto deseante, social y psíquico. Los sentimientos de culpa por ser una mala madre, por abandonar al niño, etc. conviene psicoanalizarlos, porque no tienen que ver con la situación actual aunque te lo parezca.
Muchas mujeres tienen miedo a hablar de lo que les pasa con los familiares por temor a ser juzgadas, por temor a que piensen que están locas o que pueden hacer daño a sus bebés. Y es cierto que al hablar con alguien que no tiene formación especializada se corre el riesgo de que se crea lo que le cuentas al pie de la letra, cuando en realidad se trata de productos psíquicos que tienen una apariencia que tenemos que desentrañar para llegar al verdadero sentido de los mismos. Por eso te recomendamos hablar con un psicoanalista.
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