¿Qué pasa en la angustia o ansiedad?
Hoy vamos a hablar de algo que muchos sufrís en silencio: la angustia, esa presencia que llega sin avisar, que te encoge el pecho o te dispara el corazón, que te hace pensar que “algo malo va a pasar”.
Uno de nuestros seguidores preguntaba: “¿Qué pasa realmente en la angustia?”
Y hoy vamos a responderle… pero también a ti, que quizá llevas años luchando con algo que no sabes cómo nombrar.
1. No toda angustia es igual
Para el psicoanálisis existen dos modos fundamentales de aparición de la angustia.
a) Angustia de castración (angustia con elaboración psíquica)
Es la que aparece cuando el aparato psíquico sí interviene: hay deseo inconsciente, represión, conflicto, mecanismos como desplazamiento o condensación.
Es la angustia típica de las neurosis de transferencia (histeria, obsesión, fobia).
Por eso, estos pacientes hablan: traen fantasías, síntomas, relatos.
b) Angustia automática (sin elaboración psíquica)
Pero en las neurosis de angustia, lo que ocurre es muy distinto:
no hay tiempo para que opere la represión ni ningún mecanismo psíquico.
La angustia se descarga directamente en el cuerpo por vías automáticas:
- respiratoria (ahogo, falta de aire),
- cardiaca (palpitaciones, taquicardia),
- glandular (sudores, temblores),
- digestiva (náusea, diarrea, urgencias),
- neuromotora (mareos, desvanecimientos, parestesias).
Es una angustia que no pasa por las palabras, que aparece como un golpe directo, sin elaboración, como si el cuerpo reaccionara antes de que tú puedas pensar.
Y aquí algo esencial:
los pacientes angustiados no pueden hablar al principio; primero tienen que aprender a hacerlo.
El cuerpo habla por ellos… hasta que pueden empezar a hacerlo con palabras.
2. ¿Cómo se vive esta angustia?
Muchas personas nos escriben diciendo: “Creo que tengo ansiedad”.
Pero cuando describen sus síntomas, lo que vemos es neurosis de angustia.
Porque no se trata solo de taquicardia o ahogo.
Se trata de un conjunto de fenómenos que se repiten con una estructura muy precisa y que, si los digo ahora, quizá te reconozcas:
— La espera angustiosa
Ese estado donde todo te hace pensar que va a ocurrir una desgracia.
Donde oyes una ambulancia y piensas “¿habrá sido mi hijo?”.
Donde tu pareja tose y ya imaginas un entierro.
Donde el silencio del móvil se vuelve presagio.
Ese “algo malo va a pasar” constante, que nunca descansa.
A eso Freud lo llamó angustia flotante: un miedo libre que se engancha a lo primero que encuentra.
— Los vértigos y el mareo que no explican los médicos
No es un vértigo “mecánico”.
Es un vértigo que aparece de la nada: las piernas flojas, el suelo que parece moverse, el cuerpo que se tambalea, pero no llega la caída.
Muchísima gente vive así sin saber que esto es un equivalente del ataque de angustia.
— Los ataques de bulimia o el comer compulsivo “para calmar la ansiedad”
Ese impulso repentino de comer sin hambre, de atracarse en minutos…
Mucha gente cree que es un problema alimentario aislado, pero en realidad es una forma de ataque de angustia donde la vía digestiva se convierte en el lugar de descarga.
— Los sudores, temblores, urgencias intestinales, náuseas, la sensación de “me voy a morir”
Todo eso pertenece a esta misma estructura.
Si te sucede algo de esto…
no estás exagerando.
No estás loco.
No eres débil.
Estás angustiado. Y la angustia tiene un mecanismo, un origen y un tratamiento.
3. ¿Por qué aparece?
En un punto u otro, la angustia siempre tiene que ver con la sexualidad (todo aquello tocado por la palabra).
Pero en la neurosis de angustia, esa sexualidad no encuentra vía psíquica:
la excitación es demasiado intensa y el cuerpo se descarga antes de que el sujeto pueda elaborar nada.
Es un colapso entre cuerpo y palabra.
Una especie de “negación momentánea de lo psíquico”.
Por eso muchas veces se vive como un terror sin nombre.
Porque efectivamente:
todavía no tiene nombre.
4. ¿Qué se puede hacer?
Respirar ayuda.
Meditar ayuda.
Pero eso es calmante, no tratamiento.
El verdadero trabajo es este:
transformar la descarga automática en palabra,
dejar que la angustia encuentre un espacio donde elaborarse,
que el cuerpo deje de ser el único portavoz del malestar.
Y eso solo puede hacerse en un psicoanálisis.
Te lo digo claramente:
si tienes ataques, vértigos, bulimia por ansiedad, espera angustiosa…
lo que necesitas no es “gestionar la ansiedad”,
sino comenzar a hablar en un lugar donde puedas construir tu deseo.
5. Si te has reconocido hoy… este es tu momento
Si te ha pasado algo de lo que hemos nombrado, si te has visto ahí, aunque sea un poco, entonces tu cuerpo ya está hablando.
Ahora te toca a ti.Pide cita. Empieza a hablar.
No tienes que seguir viviendo así.
Virginia Valdominos. Psicóloga y Psicoanalista del Grupo Cero
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