En las últimas décadas, hemos observado un preocupante incremento en el consumo de antidepresivos entre menores de edad. Este fenómeno no solo debe alarmar a profesionales de la salud, sino también a educadores, padres y a la sociedad en su conjunto. Aunque estos medicamentos pueden ofrecer alivio sintomático en situaciones agudas, es fundamental cuestionar si su creciente prescripción es la respuesta más adecuada para tratar el malestar psíquico de los niños y adolescentes. Desde una perspectiva psicoanalítica, propongo una reflexión crítica sobre esta tendencia, abogando por un enfoque más profundo y comprensivo del sufrimiento mental.
El aumento del consumo de antidepresivos en menores
La prescripción de antidepresivos a menores ha aumentado exponencialmente, una tendencia que, en muchos casos, responde a diagnósticos rápidos y a la presión social por soluciones inmediatas. El diagnóstico de trastornos como la depresión o el trastorno de ansiedad generalizada se realiza a menudo sin un análisis exhaustivo de la vida psíquica del menor. De esta forma, el medicamento se convierte en la solución rápida para un problema complejo, que tal vez requiera de una exploración más profunda de las causas sobredeterminantes.
El psicoanálisis, fundado en la producción del inconsciente y en la escucha del sujeto, nos advierte sobre los riesgos de reducir el malestar psíquico a una cuestión meramente biológica o química. Este enfoque más superficial ignora la riqueza y complejidad de la vida psíquica, que en los menores se encuentra en pleno proceso de formación y construcción.
El sufrimiento psíquico en la infancia y adolescencia
El malestar psíquico en menores no es un fenómeno nuevo, pero su comprensión y tratamiento han evolucionado a lo largo del tiempo. En la actualidad, las dinámicas familiares, la concepción de los menores y del aprendizaje en las instituciones educativas, la salud mental de los educadores, los prejuicios sobre ls sexualidad, entre otros factores, influyen significativamente en el estado emocional de los jóvenes. Sin embargo, en lugar de abordar estos factores de manera profunda y personalizada, se recurre con frecuencia a los antidepresivos como primera línea de tratamiento.
El psicoanálisis ofrece una alternativa que busca entender las raíces del malestar. Según Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, los síntomas no son solo manifestaciones de una enfermedad, sino señales que el inconsciente utiliza para comunicar conflictos internos no resueltos. Ignorar este aspecto y optar por el alivio sintomático mediante fármacos podría impedir que el menor desarrolle herramientas psíquicas para enfrentar sus conflictos, además de obstaculizar el proceso natural de elaboración emocional.
Tratamiento psicoanalítico frente al consumo de fármacos
El enfoque psicoanalítico propone un tratamiento basado en la escucha especializada y el análisis de las manifestaciones del inconsciente. En lugar de silenciar los síntomas con medicamentos, el psicoanálisis busca comprender qué es lo que esos síntomas están tratando de decirnos. El síntoma, desde esta perspectiva, es un mensaje cifrado que, al ser descifrado, permite que el sujeto avance en su proceso de autoconocimiento y resolución de conflictos internos.
En el caso de los menores, el tratamiento psicoanalítico incluye el trabajo con los padres y cuidadores, quienes desempeñan un papel crucial en la vida emocional del niño o adolescente. A través de sesiones terapéuticas, se exploran las dinámicas familiares, las relaciones con los pares y el entorno escolar, entre otros aspectos. Este trabajo no solo permite una comprensión más profunda del malestar, sino que también ayuda a los padres a desarrollar mejores estrategias para apoyar a sus hijos.
Los riesgos del consumo excesivo de antidepresivos en menores
El uso indiscriminado de antidepresivos en menores puede tener consecuencias a largo plazo. Existen estudios que sugieren que estos medicamentos pueden afectar el desarrollo neurológico y emocional en edades tempranas, alterando la manera en que el cerebro responde a las emociones y al estrés. Además, el uso prolongado de antidepresivos puede generar dependencia, dificultando la capacidad del menor para enfrentar sus problemas sin la ayuda de los fármacos.
Por otra parte, la relación entre los antidepresivos y los comportamientos autolíticos (como pensamientos o intentos de suicidio) ha sido objeto de investigación y debate en la comunidad médica. Algunos estudios han indicado que, en ciertas personas, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes, el uso de antidepresivos puede estar asociado con un aumento en el riesgo de estos comportamientos, especialmente al inicio del tratamiento o cuando se ajustan las dosis. Una de las teorías es que, al comenzar el tratamiento, los antidepresivos pueden mejorar la energía y la capacidad de actuar antes de que el estado de ánimo mejore significativamente. Esto podría llevar a que una persona con pensamientos suicidas tenga la energía para llevar a cabo estos impulsos.
Desde el punto de vista psicoanalítico, hay que destacar que cada sujeto es único y, por lo tanto, su tratamiento debe ser personalizado. El peligro de los antidepresivos es que suelen aplicarse como un «traje único» que no considera las particularidades de cada niño o adolescente. El psicoanálisis, en cambio, ofrece un espacio donde el menor puede explorar sus pensamientos, miedos y deseos en un ambiente seguro, permitiendo un abordaje terapéutico más ajustado a la realidad de cada sujeto.
Conclusión
El aumento en la prescripción de antidepresivos a menores es una señal de alarma que debe hacernos reflexionar sobre la manera en que entendemos y tratamos el sufrimiento psíquico en la infancia y adolescencia. Si bien los fármacos pueden ser útiles en casos específicos, no deben convertirse en la primera o única respuesta ante el malestar emocional. Es necesario reivindicar la importancia del tratamiento psicoanalítico, que, a través de la escucha y el análisis, ofrece una vía para que los menores comprendan y elaboren sus conflictos, favoreciendo un desarrollo psíquico saludable y autónomo. El desafío, entonces, es resistir la tentación de las soluciones rápidas y optar por un enfoque que privilegie la comprensión profunda del sujeto en formación.
Es momento de repensar cómo abordamos el malestar emocional en nuestros menores. En lugar de recurrir automáticamente a los antidepresivos, consideremos la importancia de un enfoque más profundo y humano. El psicoanálisis ofrece una alternativa que no solo alivia los síntomas, sino que también busca entender y resolver los conflictos internos.
Apostemos por un tratamiento que escuche, acompañe y respete la singularidad de cada niño y adolescente.
¡Juntos, podemos fomentar un desarrollo emocional más saludable y productivo en las nuevas generaciones!
Virginia Valdominos
Psicóloga y Psicoanalista del Grupo Cero
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