El alcohol siempre parece tener una excusa perfecta: celebrar, olvidar, relajarse, desinhibirse. Se presenta como un aliado, como un refugio momentáneo. Pero, ¿qué pasa cuando deja de ser una elección y se convierte en una necesidad? Cuando no es solo un trago ocasional, sino un hábito que se impone, un impulso que parece más fuerte que la propia voluntad.
El alcoholismo no es solo una cuestión de consumo, es un síntoma. Y como todo síntoma, habla de algo más profundo, de un conflicto psíquico que se está jugando sin que la persona lo sepa. Beber no es simplemente beber: es una manera de tratar algo que duele, que pesa, que angustia. Y por eso, aunque el alcohol prometa alivio, siempre deja un vacío mayor, una resaca que no es solo física, sino psíquica.
¿Por qué algunas personas pueden tomar una copa y seguir adelante, mientras que otras se ven atrapadas en un círculo sin salida?
Aquí entra en juego el inconsciente. Nadie empieza a beber pensando en convertirse en alcohólico, pero poco a poco la relación con el alcohol se vuelve una relación de dependencia. Algo que inicialmente da placer, con el tiempo empieza a devorar el deseo, el trabajo, las relaciones, la vida misma. Y lo más curioso es que muchas veces el bebedor no se da cuenta de lo que está en juego hasta que todo empieza a derrumbarse.
El psicoanálisis nos permite escuchar lo que el alcoholismo oculta. Porque el problema no es la sustancia en sí, sino la función que cumple en la vida de quien bebe. ¿Qué intenta callar el alcohol? ¿Qué angustia está tratando de adormecer? ¿Qué deseo está siendo reprimido hasta el punto de necesitar una vía de escape?
El alcohol promete desinhibir, pero… ¿desinhibir qué?
En sesión, he escuchado a personas que, al hablar de su relación con el alcohol, descubren historias de pérdida, duelos no elaborados, conflictos familiares, miedos profundos al fracaso o al éxito. Algunos beben para soportar la vida que llevan, otros para no enfrentarse a la vida que podrían tener. El alcoholismo no es casualidad, tiene su lógica. Y si tiene su lógica, puede desmontarse.
No se trata de fuerza de voluntad ni de prohibiciones. Se trata de entender qué está en juego en cada trago.
Si sientes que el alcohol empieza a ocupar demasiado espacio en tu vida, si te prometes que vas a controlarlo y terminas cayendo en lo mismo, si te reconoces en estas palabras, quizás sea el momento de dar un paso diferente.
El psicoanálisis es un espacio donde puedes hablar de lo que realmente te pasa, sin juicios, sin etiquetas, sin miedo. Donde puedes entender por qué bebes y qué otra cosa podrías hacer con eso que te lleva a beber.
Puedes empezar este trabajo conmigo, presencialmente en Madrid o desde cualquier parte del mundo, online. La puerta está abierta. Lo difícil no es dejar de beber, lo difícil es escuchar lo que el alcohol estaba tratando de silenciar. Pero ahí es donde empieza la verdadera libertad.
Si algo de esto te suena, nos vemos en sesión. Solicita tu cita y empieza a transformar tu vida hoy mismo.
Virginia Valdominos
Psicóloga y Psicoanalista del Grupo Cero
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